martes, octubre 23, 2007

Depre, lo llaman

El otro día le decía a estos chamos que a veces me parecía que en Venezuela no era que las cosas "salían" mal, sino que había el firme propósito de que así fuera, porque no me explicaba como aquí todo pareciera funcionar sin necesidad de ningún esfuerzo.

El comentario viene a colación por esta anécdota

viernes, octubre 19, 2007

La otra versión

La revolución húngara de 1956, fue una revuelta espontánea de escala nacional en contra del gobierno comunista y sus políticas soviéticas, que duró desde el 23 de Octubre hasta el 10 de Noviembre del año mencionado.

Reporte del periódico Pravda (diario del gobierno soviético) de esos acontecimientos:

  1. El 23 de Octubre los "honestos" Húngaros socialistas protestaron en contra de errores cometidos por el gobierno.
  2. Rufianes fascistas, reaccionarios, hitlerianos y contra-revolucionarios financiados por el Occidente imperialista aprovecharon la ocasión para provocar una contra-revolución
  3. Los Húngaros honestos, rogaron a las fuerzas soviéticas estacionadas en Hungría que les ayudaran a restablecer el orden.
  4. El gobierno Húngaro resulta inútil y permite que elementos contra-revolucionario lo penetren, debilitándose y luego desistegrándose, hecho provado a la luz de las declaraciones anti-soviéticas de Imre Nagy, recién declarado jefe de gobierno
  5. Patriotas húngaros rompen con el gobierno de Nagy y forman un nuevo gobierno de trabajadores y campesinos revolucionarios (socialistas-soviéticos), y este gobierno, genuino y popular, ruega al comando soviético que ponga fin a la contra-revolución.
  6. Los patriotas húngaros, con asistencia soviética, destruyen la contra-revolución.

En el reporte de Pravda no se mencionó nunca como Nagy pidió ayuda a las Naciones Unidas, ni cómo pasó de ser en menos de un mes de patriota a traidor. Según la versión soviética de los eventos, los húngaros nunca apoyaron esa revuelta.

martes, octubre 16, 2007

A Sophie Germain

Durante años, Sophie Germain le escribió a Gauss como colega matemático, utilizando para ello como pseudónimo "Monsieur Le Blanc", ocultando así que era una mujer. Cuando, forzada por las circunstancias, Sophie le confesó a Gauss su secreto, éste le respondió:

Cómo describirle mi admiración y mi asombro al ver a mi estimado corresponsal Monsieur Le Blanc metamorfosearse en este ilustre personaje que presenta un ejemplo brillante de aquello que considero difícil de creer. El gusto por las ciencias abstractas en general, y sobre todo, los misterios de los números, es excesivamente raro: no debe asombrarse uno de ello: el embrujo de esta sublime ciencia se revela sólo a aquellos que tienen la valentía de ir profundamente en ella. Pero cuando una persona del sexo que, de acuerdo a nuestras costumbres y prejuicios, debe encontrar infinitamente más dificultades que los hombres para familiarizarse con estas espinosas investigaciones, es exitosa sin embargo en sobrepasar estos obstáculos y penetrar en sus más oscuros rincones, debe entonces sin duda poseer ella el mayor coraje, extraordinarios talentos, y genio superior. Ciertamente, nada podría probarme de manera más alagadora y menos equívoca que las atracciones de esta ciencia, que ha enriquecido mi vida con tanta felicidad, no son quiméricas, que la predilección con la cual usted la ha honrado.