jueves, diciembre 13, 2007

Gente

Una políglota canadiense que busca la pista de Aníbal en Ginebra,

Una venezolana y un francés que se aman en Londres,

Una americana que estudia arquitectura en Amsterdam,
Dos hermanas suizas que serán un día dueñas de un teatro en Vienna,

Un australiano que es maestro de preescolar, en Praga,
Una austríaca y un tico que también se aman pero en Salzburgo,

Venezolanos que comen helado de desayuno en Sicilia.

Salzburg

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Esforzándose, viajando desde la lejanía del alemán, dijo: ¿entonces, quieres Salzburg?
Su interlocutor, que se entretuvo un segundo mirándola, le respondió: A tí te quiero, Salzburgo sólo me gusta.

Aunque Juan Crisóstomo Wolfang Teófilo Mozart consiguió la inmortalidad en Viena, su vida empezó en Salzburgo, y sus habitantes, 200 años después, aún lo celebran: un chocolate riquísimo que elaboran en la ciudad se llama Mozart, así como calles, plazas y casas. Es una ciudad pequeña, aún más pequeña que Estocolmo, pero muy hermosa. Yace bajo la mirada vigilante de la Fortaleza de Salzburgo Alto (Festung Hohensalzburg), de cerca, y de los Alpes un poco más allá.

Muchas escenas de la película The Sound of Music fueron grabadas aquí, cosa que ocasiona que hayan, hasta el cansancio, tours que te muestran cada sitio de la película. Yo, que no ví la película, prescindí de ellos y decidí, más bien, ser mi propio guía.

A Salzburgo se me ocurrió ir porque de allí es Gudi (Gudrun, dice la partida de nacimiento), y me parecía adecuado ahorrarme la estadía de un par de días. Llegué allí después de un viaje innenarrable desde Praga. Anécdota #1: en Summerau, un pueblo en la frontera entre Austria y Checa, tenía un cambio de tren: me bajé del destartalado vagón Checo, no a una plataforma, sino a los rieles mismos, y me monté en el moderno tren Austríaco, no sin que antes un policía austríaco, en los rieles, sin caseta, ni computadora, ni un carrizo, revisara mi pasaporte y lo sellara en la palma de su mano.

Gudi comparte un apartamento enorme, en el centro de Salzburgo, con una colección excelente de personajes. Uno de ellos es María, a quien la visitaba su novio Costarricense, Alberto. Alberto se alió conmigo, y juntos visitamos la fortaleza, y recorrimos las calles de la ciudad. Anécdota #2: María sirve de modelo para un grupo de pintores que trabaja en la fortaleza. Cuando ya estábamos dispuestos a irnos, ella nos vió pasar desde lo alto del edificio donde trabaja. Nos llamó y logró que nos dejaran pasar al atelier. Me encantó estar allí.

Al tercer día mi viaje continuó a Vienna, sobre lo quizás hable en otro par de meses.

Salzburgo