viernes, enero 14, 2005

De nuevo en estocolmo (y II)

Martes 22, Madrid:
Caminé como pocas veces en mi vida. Pero lo disfruté muchísimo:

La Puerta del Sol, el Museo del Prado,

El Parque del retiro, donde se encuentra un busto de Andrés Eloy Blanco


la Plaza Cánovas del Castillo, que queda al frente de un Planet Hollywood y en la esquina del Hotel. (el comentario del Planet Holywood es porque ahí fue donde compramos los cafés que nos tamos bebiendo)


la Estación de Atocha,


La Almudena, el Palacio Real,


La Plaza Mayor,


la plaza Colón,


la plaza España, donde está un monumento a Cervantes, que resguardan El Quijote y Sancho Panza .


Anécdota. Cuando Comíamos en el Museo del Jamón, hubo un momento en que absolutamente todos los empleados del local olvidaron sus labores y se pegaron a un radio. Lo que sonaba en la radio era una voz de niña que cantando decía un número y luego otra el monto que ganaban. En ese momento supongo que se rifaba un especial. Luego de que pasara el especial y nadie ganara, todos volvieron a sus puestos. Sin embargo, había algo que me molestaba, y luego de un rato pude identificar: las niñas seguían cantando números, incansablemente - cuatromilquinentossesentayciiiiiiiiinco - y la otra contestaba - miiiiiil eeeuuurooooooooooos.

Era tanto mi adversión que, a pesar de que la comida estaba buenísima, quería salir de allí lo más pronto posible.

En el mapa que se ve abajo, pueden observarse un punto rojo y uno azul (chillones). El azul es el Hotel donde nos quedamos, y el rojo es donde se encuentra el museo del jamón.

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Pues, bien, una vez fuera del restaurante, creí que mi suplicio había terminado, y nos encaminamos a puerta del sol (a la izquierda del punto rojo en el mapa) al llegar allí, como que si el mundo conspirara en mi contra había: una pantalla gigante (GI- GAN- TE) con unas cornetas a tooodo volumen, transmitiendo, por supuesto, a las niñas de sanhidelfonso (como después me enteré que se llaman) cantando, con una felicidad incomprensible para mí: ochomiltresientosveintinueeeveeeeeeeee - dos miiiiiiil eeeeuurooooooooooos.

Me sentía en una pesadilla.

En la foto, pueden ver una estatua a Carlos III en el centro, un poco a la derecha, al fondo, el "Oso y el Madroño", símbolo de madrid y a la izquierda, la susodicha (e infame) pantalla gigante. Creo que es obvio mi descontento

Pero eso fue al inicio de nuestros periplos en Madrid, así que en el resto del día pude más o menos olvidar el asunto. Claro, eso si en alguna parte, en alguna taguara o similar, no escuchaban con fervor los chillidos.

En fin. Le conté la historia a un amigo madrileño, y para que más o menos puedan entender como cantaban los niñitos, méntanse en este site: http://www.calicoelectronico.com/. Es de un "superhéroe" madrileño. Bájense el capítulo 4, "los niños mutantes de sanhidelfonso". A los que no les gusten la parodia, el sarcasmo y el humor fácil, disculpen que no pude encontrar un ejemplo más seriecito de la cantaleta.

Respecto al viaje, luego de caminar como nunca, nos fuimos a un barcito cerca del Hotel, donde nos tomamos unas pocas cervecitas y comimos muchas tapas riquísimas. De especial mención, las croquetas de jamón, una delicia. Me recuerdaron a unas papas a la Marysbelia, pero empanizadas y con jamón ibérico.....Por cierto que en el bar, en un momento quise llamar al mesonero, y recordé que el usual silbido de llamada caraqueño puede resultar ofensivo fuera de la patria, así que en voz alta dije: "epa, hey, esteee jefe!!!", A lo que rápidamente se acercó el mesonero, un tío de mi edad muy amable. Le pregunté (medio disculpándome) que cual era la manera correcta de llamarlo si lo necesitábamos, a lo que me respondió sin dudar: "jefe está bien".


En "La cebolla", los viajantes. La mano extra es de Rolando.

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