Extracto de un cuento de Roberto Echeto
Las horas pasaron con sus carros y sus miríadas de gentes
careculizadas a cuestas. El sol rodó, la luna rodó y el arma oscura,
bella, compacta, negra y poderosa, seguía ahí, en el asfalto, junto al
hueco del que ahora salían unos insectos azulados que sacaban una mesa
para jugar póker y beber Baileys.
De La pistola llevaba la funda
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