El viaje (y II)
Estocolmo
Lamentablemente no había tenido acceso irrestricto a internet en lo que va de semana, por lo cual no había podido escribir las respectivas y necesarias entradas de la bitácora.
Viernes 20 de agosto, Berlín
No mencioné que, aun cuando ahora éramos dos los que cargábamos la maleta, el trayecto fue un nuevo martirio. Más acerca de este asunto en momentos.
El fin de semana es más que todo, una gran caminata: vemos mucho de la ciudad, el Reichstag, el Checkpoint Charlie, un pedazo del muro que todavía esta en pie, la puerta de Brandenburgo, (nótese que todo esto es a pie, cosa a la que obviamente no estoy muy acostumbrado). En la noche del viernes nos vamos a la estación Zoológico y allí nos reunimos para rumbear al estilo berlinés, que básicamente es el mismo estilo de rumbear de caracas pero sin salsa ni merengue, y un poco más caro, y al final, en vez de comerte una arepa, te comes un doner kebap, una especie de pan turco (la comunidad turca de acá es gigante). La pasé full bien. Al día siguiente más caminata: esta vez por alexanderplatz, la catedral de berlín y las partes más fashion de Berlin. En la noche nos tomamos unas cervezas cerca del apartamento de Fabian. Es en ese momento que me entero que hay muchos tipos de cerveza, no sólo la pilsen.......
El domingo, y como para cerrar, nos fuimos al zoológico, en donde tienen especies animales rarísimas: perezas, báquiros, dantas, ganado zebú y monos tití. Bueno, para mí si eran raros los orangutanes, los gorilas, hipopótamo enanos y los renos. Luego nos fuimos al parque del este, digo, el Tiergarten, a echarnos un rato y escuchar música en vivo. Esa noche volvimos a tomarnos unas birras, como por no dejar.
Lo que más me impresiona de esta ciudad es el esfuerzo que se ha hecho por mantener su historia, muy a pesar de lo dolorosa.
El lunes tomé un autobús a Estocolmo. 20 horas de viaje. pero por lo menos salió barato, ví de lejos el Tívoli (el parque más famoso de Dinamarca, en Copenhagen) y el puente-túnel famoso, que les llegó a muchos por correo.
Ahhh, sí. El asunto de la maleta. Compré otra, esta vez con rueditas. Mejor, pero se le rompió la manilla (es que estaba hasta los teque-teques) y tampoco fue un paseito andar con ella. Pero ya estuvo: ya llegué a mi apartamento y no la cargo más.
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