viernes, septiembre 03, 2004

Los pendejos pagan más

Viajeros todos, recuerden: hay sitios en el mundo donde las cosas no funcionan igual que en Venezuela, y pa' más ñapa, no hablan ni español, ni inglés.

Al llegar a Berlín (sí, es viejo, pero se me había olvidado comentarlo) Agarro un carrito como para cargar la maleta de esos que hay en los aeropuertos (¿comenté que la maleta pesaba muchísimo?). Esos carritos en el caso de Venezuela son del que los agarre primero, y lo mismo ocurre en españa (ahí hablan en español), y en parís (ahí no, pero funciona igual, así que no hay rollo). Pero en Alemania, algunos zagaletones se dieron a la tarea de llevarse los carritos quién sabe hasta donde y dejarlos allí, en vez de dejarlos en el aeropuerto. En consecuencias las autoridades adoptaron un sistema que les permitiera asegurar que los mentados carritos quedaran a la disponibilidad de los usuarios del aeropuerto.

Este indio caracas que está acá, no sabía de tales manejos, y por supuesto no habla (ni lee) el Alemán (se escribe deutsch y se dice doich, échale bolas). Cuando llega al sitio donde están los carritos, nota un cierto dispositivo que encadena un carrito a otro carrito de la misma estirpe (y así por inducción se encadenan todos). Nota además que el dispositivo en cuestión posee una abertura por la cual claramente debe introducirse una moneda. El indio pues, sorprendido por el dispositivo, lo observa como neardenthal al fuego, y luego de una larga reflexión, concluye: te cobran por usar el carrito, metes el euro, se despega, lo usas, y ya. Perfecto, el indio mete su euro (se lee 1 EUR ~= 2300 bolos-¡vía CADIVI!) y empieza a usar su carrito. Una vez usado el carrito, el indio, Feliz (con mayúscula, recuerden el peso de la maleta), retorna el carrito a un sitio que el indio concluye es donde se deben colocar los carritos después de usados, y llega al colmo de encadenar el susodicho carrito con uno de sus congéneres (del carrito). Muy bien. Días después, el indio sale con el anfitrión (Fabian) al supermercado, y nota que los carritos de supermercado también tienen el susodicho dispositivo.

¡DIOSSS! -dice el indio- ¡¡¡pero este asunto de los carritos es una renta!!!.
Dicho esto, el local lo mira extrañado y le pide explicaciones por tan acentuada queja. Luego de que el indio le explica al local la cuestión, el local ilustra al indio: ¡Güevón, cuando vuelves a encadenar el carrito, te devuelve la moneda!.

Por eso digo: los pendejos, pagan más.

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